Bajo la lluvia ajena

Juan Gelman y Carlos Alonso atraviesan una biografía común, y en este libro ambas sensibilidades se entrelazan, aunque manifiestan narraciones paralelas, distintas y al mismo tiempo hermanas. Cargado de nostalgias en constante batalla, la prosa poética de Juan Gelman se clava como puñal, certera y honesta. Una crónica del enajenamiento nacido del exilio, el acto de definir la inconformidad de verse despojado, desenterrado de su patria imperfecta pero suya. Definir, poner en palabras los parámetros del duelo, nombrar a sus ausentes, a sí mismo. Carlos Alonso, como un contrapunto que asiente mudo a cada manifiesto de Gelman, nos habla desde el flasheo de la mente, con estampas a veces organizadas, a veces caóticas, que van desde el sufrimiento físico, al pasar por una tierra que le es solidaria y sinembargo indiferente. Cómo explicarle a un peatón en una avenida gloriosa, el dolor del flagelo, aquello que le persigue incluso hasta allá, al otro continente. Este libro posee tristemente momentos de extrema claridad que nos obligan a detenernos y releer, cerciorarnos de que lo que estamos entendiendo es eso mismo que hace tanto tiempo deseábamos oír, o ver.