El coleccionista

Clemente colecciona cosas. No cualquier cosa, sino obras de arte, objetos históricos, bellos, antiguos, nuevos, todo lo que tenga valor estético o cultural. Para eso ha construido sus rutas a través de los mercados de anticuarios y museos. Clemente pone todo de sí para que su colección crezca, se embellezca y lo llene de alegrías. ¿No es acaso eso también una obra de arte? Construido a partir de papeles de color organizados, Matías Prado nos presenta este libro lleno de color y textura, que singulariza el objeto de colección y el trozo de papel en esta burbuja de piezas que se ordenan para llevar al observador al estado de contemplación y plenitud visual que siente todo coleccionista dedicado al observar su creación. Clemente, como ente que circula en los rededores del arte, aparece aquí como un agente activo que pasa desapercibido por el imaginario colectivo, pero que es un creador en sí mismo, y es quien mejor y más sabe de arte, belleza y valor. Un elemento clave y poco visible de la inmensa cadena y motor que forma el mundo creativo.