El pequeño jardinero

Un pequeño, pequeñísimo jardinero, trabaja día y noche para hacer florecer su enorme jardín. Pero, aunque se esfuerza muchísimo, el jardín poco a poco pierde su vida. De pronto, de entre la maleza y las hojas moribundas, algo enorme y lleno de vida crece y crece. Es verdad que la naturaleza es la mejor jardinera. Pero es bueno contar historias donde pequeños seres trabajan duro para imitarla. Nos recuerda que aquello que damos por sentado y que nos parece de lo más natural es un trabajo de siglos, milenios, y que ni en cien vidas podríamos igualar, por muy inteligentes, capaces, fuertes o talentosos que seamos. Dar vida, hacer florecer un jardín, es un ejercicio de consciencia que nos ayuda a poner en valor nuestro impacto en el mundo y a apreciar, en su maravillosa simpleza, los pequeños frutos de vida que nos va regalando.