El pequeño Saul

Pequeño Saúl siempre soñó con vivir en el mar. Era su vocación, su más profundo deseo, y como en la marina le dijeron que no cumplía con la estatura mínima, no tuvo remedio que entrar a estudiar para ser pirata y, con mucho esfuerzo, logró graduarse. Pero está claro que Saúl no es un pirata como todos los otros. Ya sé lo que están pensando, hay que abrazar quién unx es, aceptarnos en nuestra singularidad, convivir con nuestros defectos, entregarle al mundo nuestro regalo. Bueno, no es tan fácil. A veces el viento sopla en la dirección contraria a nuestro camino, nos retrasa, nos despeina y puede que incluso nos lance por los aires… O por los mares, como a Saúl. Lo importante es que, si sabemos que nuestra forma de vivir y de enfrentarnos al mundo no hace mal a nadie, si sabemos que somos capaces de entregar alegrías, que nuestra felicidad puede calar en otros, entonces no importa si te toca agarrarte de la última tabla que flota contigo en medio del océano. Todo eso que entregaste y que te hizo tan feliz, vuelve por ti en algún momento.