La playa

Son tantas las cosas que se pueden hacer en la playa, que no basta con nombrarlas. Ximo Abadía hace en este libro un listado colorido, expresivo, claro y lleno de detalles que parecen el retrato de todas las infancias. Aunque no hay edad para subir a una roca y lanzarse al mar. Ni hay edad para que nos entierren en la arena. Aunque es bueno que después de un rato, alguien se acuerde de desenterrarte. Las aguas del planeta han ejercido siempre un magnetismo por nuestra especie, y por todas las criaturas que han necesitado de alguna manera el agua. Pero el mar, siendo salado, nos ha servido sin entregarnos nada más que diversión, reflexión, la sensación de estar frente a algo inmenso y refrescarnos en las tardes calurosas. Por eso resulta un refugio transversal, que no se detiene en colores, edades, estratos o geografías. Ir a la playa parece tan natural como cambiar los dientes de leche o dar nuestro primer beso.