Un milagro para Helen

A Helen se le quitó la vista y el habla, antes de poder querer, siquiera, comunicarse. El manto de su cuna fue arrebatado y miles de mariposas negras cubriron sus ojos y garganta y la dejaron sumida en un oscuro mundo desconocido.
Su familia la quiso mucho, tanto que la volvieron una niña caprichuda y sin destino, al no poder comprenderla ni poder hacerla comprender. Cansados de la situación, pensaron en dejarla en un hogar, pero el amor de una madre lo evitó y así llegó Anne a su vida. Una mujer ciega, con muchas penas en su espalda, que llegó para guíar a la testaruda Helen. Lo que Helen no sabía, es que Anne traía consigo el idioma de las palabras en sus manos, manos que se movian, unían letras, se comunicaban y se transformarían en los ojos de Helen durante toda su vida.
Anne fue su hada madrina.