Conejo y la motocicleta

Conejo pasaba sus días en casa, no le gustaba salir, a diferencia de su amigo Perro, que había viajado a todas partes montado en su motocicleta.
Todos los días, Perro, que ya estaba mayor y no recorría el país en su motocicleta, iba a contarle sus historias a Conejo, hasta que una tarde no llegó y Conejo solo se quedó, sin entender por qué le había dejado su motocicleta ¿¡a él!? que no gustaba de salir, tenía miedo.
Así, pasaron los meses y la motocicleta se llenó de nidos de pájaros, de hojas que se posaban y seguían su camino, hasta que llegó el invierno y Conejo la entro, a ver si le contaba alguna historia como lo hacía Perro, pero no le dijo nada. Juntos estuvieron hasta que llegó el verano, todo floreció y Conejo se arriesgó a salir, solo hasta el final del camino le dijo a la motocicleta, pero el camino era largo, la vida corta y las historias valían la pena.

Kate Hoefler crea una historia pausada y llena de calidez, respetando los ciclos de cada ser, sus procesos, miedos e inseguridades, que Sara Jacoby gráfica hermosamente en cada página.